Sobre las similitudes, diferencias -y un olvido- entre Colombia y los regímenes campeones en desaparición
Camino por la sala número uno del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Las fotos que cubren las paredes del espacio de exposiciones son, todas, del mismo color: blanco y negro. Es el único color que puede representar el drama de la desaparición forzada. Gervasio Sánchez vuelve al CCCB, esta vez, con 103 fotografías y cuatro murales sobre los desaparecidos en Guatemala, Irak, el Cono Sur, Camboya, Bosnia-Herzegovina, El Salvador, España y Colombia.
La ambiciosa muestra, comisariada por la fotoperiodista Sandra Balcells, me acerca a salas que se caminan con escalofrío. Salas en las que debo contener mis lágrimas y que recorren las diferentes temáticas expuestas: espacios de tortura preparados especialmente para tan “necesaria” labor de inteligencia del régimen; monumentos a la memoria sobre las mismas labores para evitar su retorno; homenajes a quienes dejan su vida para buscar la vida –o la muerte- de ese ser al que han despojado de su lado y del que hasta pequeños objetos se convierten en tesoros y episódicos reflejos de esperanza; tragedias de la exhumación e identificación, y el drama, cuando la suerte se encarama y toca la puerta, de la devolución de los restos fúnebres de esos recuerdos convertidos en eso, en restos.
Sánchez nos trae a los desaparecidos y a los que los buscan. Sobre todo a ellas. Las madres tocadas de pañuelo blanco que clavan sus ojos, azules y vidriosos, en el objetivo mientras sostienen la foto del hijo desaparecido. Las esposas de sombrero panameño con quinientos años de humillación reflejada en su mirada y con una sola determinación: encontrar a sus maridos. Las mujeres de hiyab con la misma mirada azabache a la espera de una respuesta. Ellas, al final, recogen una pequeña caja a la que darán sepultura después de haber confiado en el ADN. Otras, sin tanta suerte, nunca sabrán qué pasó con sus hijas o sus hermanos. Entonces, los almacenes se llenarán de bolsas de plástico o cajas de fruta que guardarán el silencio de los desaparecidos. O en los cementerios N.N será la sigla para los restos imposibles de cotejar.